Las larvas emergen de 12–24 horas y comienzan a alimentarse, adentrándose cabeza abajo en la herida. Después de un desarrollo que incluye tres fases larvarias y dos mudas, las larvas abandonan la herida y se dejan caer al suelo, en el que se adentran hasta llegar a la fase de pupa. La duración del ciclo de vida fuera del hospedador depende de la temperatura, siendo más corta cuanto mayor es la temperatura, y, en los trópicos, el ciclo completo puede terminar en menos de 3 semanas.
Las larvas de GBG tienen características muy propias en las heridas que infestan, se alojan en la parte más profunda, alrededor de 5-10 cm de hondo o incluso más (a diferencia de las especies secundarias, que subsisten cerca de la superficie). Las lesiones suelen ser de forma circular y las larvas producen mucha destrucción en los tejidos que afectan y tienen un olor similar al de la putrefacción, que es muy particular de la miasis.
Las heridas naturales más frecuentemente infestadas son las de los ombligos de los animales recién nacidos y las regiones vulvares o perianales de sus madres, especialmente si presentan algún traumatismo.