La Dirección Regional de Salud Animal del OIRSA comunicó una alerta sanitaria en la que puntualiza una serie de medidas básicas de bioseguridad para reducir el riesgo de ingreso de enfermedades en explotaciones avícolas. Esto ante el estado de alerta máxima de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por la rápida propagación de brotes de influenza aviar en otras partes del mundo y su posible desplazamiento a la región.
Según la información, una forma de prevenir el ingreso de las enfermedades de las aves a las granjas es a través de la aplicación de medidas sanitarias que reduzcan las posibilidades de que los vehículos, personas, aves silvestres, instrumentos de trabajo y medicamentos, se constituyan en portadores mecánicos o biológicos de virus y bacterias de importancia en la sanidad avícola. Las recomendaciones generales para establecer o fortalecer la bioseguridad de las granjas incluyen:
Control y registro el ingreso de personas, vehículos y animales a las explotaciones.
Establecer y mantener mecanismos de desinfección para vehículos y personas antes del ingreso a las instalaciones. Estos pueden ser arcos de desinfección, rodiluvios, pediluvios y duchas para visitantes.
Deben contar con ropas apropiadas y exclusivas para usar en las áreas de trabajo, las cuales se deben mantener siempre limpias y no salir de las granjas.
Evitar, mediante mallas, que las aves silvestres ingresen y estén en contacto con las aves de la granja.
Establecer un programa de educación para recordar a los trabajadores las medidas de bioseguridad en sus áreas de trabajo y en la explotación.
Asegurar que los vehículos que llevan alimento sean lavados y desinfectados previamente a ser cargados con los mismos.
Mantener los alimentos en lugares libres de humedad y contaminación.
Establecer y mantener un programa de control de roedores, fauna nociva y otras plagas.
Diseñar, establecer y mantener un programa sanitario y supervisar su cumplimiento.
Establecer y aplicar protocolos para el manejo de excremento, y la disposición de cadáveres.
Diseñar y aplicar protocolos que registren la mortalidad de las aves para estar en posibilidad de identificar un aumento brusco en el número de aves muertas para el diagnóstico de la causal de mortalidad y aplicar las medidas sanitarias que correspondan.
Mantener a la mano los datos de las autoridades competentes en el área, la región, el departamento o el nivel central para notificar de cualquier cambio en el comportamiento de la parvada.